jueves, 14 de julio de 2011

Elecciones porteñas 2011 - 4

 Tienes un correo por Jorge Iacobsohn


 
 
A decir verdad, yo tambien senti tristeza, rechazo, decepción, al saber que la ciudad de Buenos Aires, que no solo supo traerme los malos recuerdos típicos e insufribles para alguien del interior (desde las dificultades laborales, de transporte hasta el insufrible carácter del porteño) sino tambien la belleza que sabe tener su arquitectura, los bares, las librerías, y los amigxs con quienes supimos compartir y disfrutar de la vida, termina votando al bigote afeitado.

Me hubiera gustado que gane Filmus, pero otra es la realidad. Pagina 12 y una gran cantidad de voces intelectuales y artistas no dudan en putear al porteño. Porteño facho, idiota.  Pero, ¿no hay algo de herida narcisista al encontrarse con el hecho de que en la capital se vota tan "mal" como en Catamarca?

Pero no. Suscribo a la propuesta de Helena de no caer en la fácil de encontrar culpables. Y es un poco complicado. Acaso, ¿el pueblo alemán fue culpable de votar a Hitler? ¿los porteños y argentinos de avalar a Videla? Y conste que muchas veces se trata de la misma gente, es decir cada 20 o 30 años no es que se mueren todos y vienen nuevas generaciones, es la misma población a la que se atribuyen variados y contradictorios fantasmas (con ibarra, los porteños eran progresistas, con el 2001, revolucionarios asambleístas, y via dicendo...)

¿Las masas son maleables? ¿Un mismo cuerpo soporta diferentes subjetividades?
Parecería que sí: cuesta entender y aparecen variadas "explicaciones" que intentan tranquilizarnos: la pura imagen con la cual se mimetiza el electorado, que bigote afeitado sabe explotar asesorado por Durán Barba utilizando el sentimiento anti-político (no yendo a los debates y demás desprecios de la esfera pública, etc.), la falta de imagen de macho de Filmus (y al contrario, de intelectual y "zurdo", nada mas lejos de un aspirante a jefe de mano dura que parece condensar Macri). Todas las explicaciones tienen algo de verdad, pero son insuficientes.

El problema es que estas "explicaciones" pretenden exorcizar la impotencia ante la Cosa Política que insiste en retornar sin que la hayamos previsto, consolidado, imaginado, transformado. Eso forma parte esencial misma de la política.

Al fin de cuentas, el fondo de la cuestión no es intelectual. No es sociológica. No es de clases sociales y marketing. No es el resentimiento reaccionario. Es de la vida que se decide vivir. Pero si vivimos una vida cuyas hipótesis del buen vivir son atravesadas por lo intelectual, por la determinación sociológico-cultural, por posicionarse en las clases sociales, por cuidar y pulir nuestra imagen, y creer que todo se decide en el voto, entonces, a no llorar y a comprender que nuestro origen de fábrica es el mismo que el de las subjetividades que nos "sorprenden".

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